Un recuerdo personal
Ha fallecido el Prof. D. Ricardo Lozano, tercera generación de grandes cirujanos y médicos que ha dado nuestra tierra.
Nacido en Zaragoza en 1941 y jubilado en el año 2011 de su cátedra y jefatura de servicio, “No me siento orgulloso, simplemente he cumplido con mi obligación” fueron sus palabras cuando se le preguntaba por sus sensaciones una vez terminado su periplo, aunque él siempre decía, “misión cumplida, siento alivio de la pesada carga que supone esta profesión, la cirugía no es una profesión es casi una forma de vida”.Estuvo rodeado de bisturís y batas blancas desde que nació. Su padre le inculcó el amor por la medicina y la cirugía; recuerdo que contaba que vivían en la clínica y que trabajaban prácticamente durante todo el día y la noche y que bajaban a comer o a cenar con la bata, lo cual disgustaba a su madre, trabajando 14 h. al día. “Traían a los enfermos en carretas, incluso desde pueblos lejanos para que fueran intervenidos en la clínica, a cualquier hora del día”. Hizo de su profesión su hobby y su pasión, no se puede pedir más.
Su formación fue exquisita, contaba que su “muttersprache” (idioma materno) fue el alemán, ya que probablemente las primeras palabras que comprendió fueron en ese idioma (su niñera era alemana). Aunque estudió en la Facultad de Medicina de Zaragoza, cada verano realizaba una estancia en hospitales europeos o americanos, conoció a Denton Cooley, Murray, Michael DeBakey, Dubost, Carpentier, Christian Barnaard, Rudolf Pychlmayr, Messmer, Hans Jeekel, Büchler (algunos de ellos premios Nobel) y tantos otros. Poliglota (hablaba perfectamente francés, inglés, alemán e italiano) hasta tal punto que de joven trabajó como traductor simultáneo en algunos congresos de cirugía.
Le encantaban los libros, probablemente poseía la mejor biblioteca médica de toda Europa, incluidas las de muchas Universidades y le encantaba la Historia, sobre todo la historia contemporánea, claro, el propio Ferdinand Sauerbruch (el cirujano que operó a Von Stauffenberg y al carnicero de Bohemia, Heydrich) estuvo en su casa de la calle Lagasca al final de la II guerra mundial, pero sobretodo le apasionaba la historia de la cirugía, que es casi la historia de la humanidad.
Fue un cirujano muy completo, nadie era capaz de realizar las intervenciones que el realizaba sobre los pulmones, los grandes vasos, los huesos, las vísceras abdominales, el corazón y las partes blandas. Aún hoy recuerdo las largas operaciones que duraban hasta 10 h. y de las que salíamos exhaustos, aunque no nos dábamos cuenta de ello hasta que te quitabas la bata de quirófano.
Cuidaba a sus enfermos, no era raro verlo salir el último del servicio o venir a visitarlos los domingos, sin importarle la hora del día. Fue un jefe que supo aglutinar y crear confianza en el trabajo, cuando se le necesitaba en quirófano o para resolver alguna complicación no dudó nunca en acudir en ayuda, dejándolo todo para venir en nuestro socorro, a cualquier hora del día o de la noche, solo los cirujanos llegamos a comprender y a agradecer esta disponibilidad.
Fue muy reconocido internacionalmente, quizás lo fue más fuera de nuestras fronteras que dentro de ellas, como suele pasar, aunque a él no le importaba.
Una de las facetas en las que más destacó fue en la docencia, fue un magnífico profesor, de los profesores que son capaces de despertar vocaciones por la ciencia quirúrgica, sus clases siempre estaban completas y sus conferencias eran seguidas por auditorios entusiastas.
Siempre quiso transmitir la rigurosidad del método científico y realizaba investigaciones quirúrgicas cuando nadie en nuestra ciudad se preocupaba si quiera de acudir a un congreso internacional. Fundó el primer grupo de investigación quirúrgica de nuestra universidad.
Recuerdo que se emocionó cuando pusieron al Hospital Clínico el nombre de su padre (Ricardo Lozano Blesa), en contra de la opinión de algunas autoridades, quizás no sabían que fue su padre el que consiguió traer a Zaragoza este hospital, que iba destinado a otra ciudad.
Toda la historia de la cirugía de los últimos 80 años pasó por sus ojos, siendo testigo privilegiado de muchas de los avances y logros de la ciencia quirúrgica, que tanto amaba y a la que dedicó su vida.
¡Descanse en paz y misión cumplida jefe!
Prof. Antonio Güemes Sánchez
Catedrático Facultad Medicina Universidad de Zaragoza
Jefe Sección Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa Zaragoza